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Buda tailandés Sukhothai: gracia, historia y simbolismo del estilo de Buda más elegante de Tailandia
Las imágenes tailandesas del Buda Sukhothai a menudo se consideran la expresión más pura de la estética budista tailandesa, ya que combinan la serenidad espiritual con una elegancia fluida, casi como una llama.
Surgieron en el Reino de Sukhothai (siglos XIII-XV) y definieron lo que hoy mucha gente reconoce instintivamente como el “Buda tailandés clásico”.
Las estatuas del Buda de Gandhara marcan un punto de inflexión en el arte budista, donde el Buda se mostró por primera vez en forma totalmente humana con una sorprendente mezcla de estética india y grecorromana.
Son esenciales para comprender cómo se extendió el budismo a lo largo de la Ruta de la Seda y cómo la cultura visual tradujo ideas espirituales en una imagen universal y accesible.
La ética budista surge directamente del rechazo de un ātman permanente o yo eterno.
En lugar de proteger o perfeccionar un alma inmortal, el proyecto ético se centra en transformar intenciones, reducir el sufrimiento y reconocer la interdependencia.
El rechazo del budismo a un alma eterna aleja la meditación del descubrimiento de una esencia interna fija y la acerca a ver la experiencia como un proceso dinámico e impersonal.
Esta visión del no-yo (anattā) cambia la forma en que los meditadores se relacionan con los pensamientos, las emociones, el cuerpo e incluso la iluminación misma.
Las ambiciones religiosas de los reyes jemeres, especialmente Suryavarman II, impulsaron directamente la gran escala, el diseño cósmico y el extraordinario programa decorativo de Angkor Wat.
El templo fue concebido como residencia divina y monumento funerario real, por lo que su grandeza tenía que estar a la altura del deseo del rey de encarnar e inmortalizar su devoción religiosa.
Las imágenes de cuatro caras de Avalokitesvara en el arte jemer son significativas porque visualizan la compasión universal y omnidireccional y al mismo tiempo encarnan el poder real y la protección sobre el reino jemer.
Fusionan el simbolismo del bodhisattva Mahayana con ideas locales del dios-rey y deidades de cuatro caras parecidas a Brahma, lo que los convierte en una expresión exclusivamente jemer de la presencia de Avalokitesvara.